Ezql
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¿No habrá sido el socialismo un error?
Hace 90 años, el mejor economista del siglo XX, Ludwig von Mises, escribió un breve artículo titulado El cálculo económico en el sistema socialista, donde básicamente sostenía que las economías comunistas estaban condenadas a fracasar ante la imposibilidad de realizar una asignación racional de los recursos. Si la Revolución había prometido que al terminar con la explotación del hombre por el hombre y al emancipar al proletario de la dictadura del capital, viviríamos en una época de abundancia sin precedentes, Mises simplemente se dedicaba a poner el dedo en la llaga: el socialismo no sólo es incapaz de conocer cuáles son las necesidades humanas, sino que sobre todo desconoce cuál es la mejor manera para satisfacerlas.
En 1959, Mises viene a la Argentina y da una conferencia en la UBA en la que señala lo siguiente:
Los ingenieros no son, de ninguna manera, los únicos que hacen planes a base de cálculos; los empresarios también deben hacerlos. Y los cálculos de los empresarios se fundan en el hecho de que, en la economía de mercado, los precios de las cosas, expresados en dinero, no sólo informan al consumidor, sino que también proporcionan al empresario información vital sobre los factores de producción, siendo la principal función del mercado no únicamente determinar el costo de la última parte del proceso de producción y transferencia de los bienes a las manos del consumidor, sino también el coste de los pasos previos que llevan a esa última etapa. Todo el sistema de mercado está ligado por la existencia de la división del trabajo, mentalmente calculada, entre los diferentes empresarios que compiten unos con otros, pujando por los factores de producción —materias primas, maquinaria, instrumentos—, y por el factor humano de la producción, la remuneración pagada por el trabajo. Esta especie de cálculo del empresario no puede realizarse en ausencia de los precios que proporciona el mercado. En el mismo momento en que se decide abolir el mercado -que es lo que los socialistas quisieran hacer- se convierten en inútiles todos los cálculos de los ingenieros y de los técnicos. Los tecnólogos pueden producir una gran cantidad de proyectos que, desde el punto de vista de las ciencias naturales, son todos igualmente factibles, pero se necesita disponer de los cálculos del empresario, basados en el mercado, para determinar con claridad cuál de los proyectos es más ventajoso, desde un punto de vista económico.
El problema que tratamos aquí es el tema fundamental del cálculo económico capitalista, en oposición al socialismo. El hecho es que el cálculo económico, y como consecuencia toda la planificación tecnológica, es posible solamente si hay precios expresados en dinero, y no sólo de los bienes de consumo, sino también de los factores de producción. Esto significa que debe existir un mercado para materias primas, otro para bienes semielaborados, otro para herramientas y maquinaria, y lo mismo para todo tipo de trabajos y servicios brindados por las personas.
Cuando esto se descubrió, los socialistas no sabían qué responder. Durante ciento cincuenta años habían dicho: «Todos los males del mundo provienen de que hay mercados y precios de mercado. Deseamos abolir el mercado y con él, desde luego, la economía de mercado, y substítuirlos por un sistema sin mercados y sin precios.» Es decir: deseaban abolir lo que Marx llamaba «característica de commodity» de los precios y del trabajo.
Cuando se enfrentaron con este nuevo problema, los autores socialistas, no teniendo respuesta alguna, finalmente dijeron: «No aboliremos el mercado totalmente, fingiremos que existe un mercado, jugaremos al mercado como los niños juegan a la escuela.» Pero todos saben que cuando los niños juegan a la escuela no aprenden nada. Es sólo un ejercicio, un juego, y se puede «jugar» a muchas cosas.
Probablemente se pregunten: «¿Qué hay de la URSS? ¿Cómo manejan los rusos este asunto?» Esto cambia el problema. Los rusos operan su sistema socialista dentro de un mundo en el que existen precios para todos los factores de producción, para materias primas, para todo. Por lo tanto, ellos pueden emplear, para su planificación, los precios en el exterior, en el mercado mundial. Y dado que existen ciertas diferencias entre las condiciones de Rusia y las mismas de EE.UU., el resultado es que muy a menudo los rusos consideran algo como justificado y aconsejable —desde su punto de vista económico— que los americanos no lo considerarían económicamente justificable en absoluto.
El «experimento soviético», como fue denominado, no nos prueba nada. No nos dice nada sobre el problema fundamental del socialismo, el problema del cálculo económico. Pero, ¿podemos hablar de ello como un experimento? No creo que exista la posibilidad de un experimento cíentífico en el campo de la acción humana y de la economía. No pueden realizarse experimentos de laboratorio en el campo de la acción humana, porque un experimento científico requiere que se haga la misma cosa bajo condiciones diferentes, o que se mantengan las mismas condiciones cambiando solamente un factor. Por ejemplo, si se inyecta una medicación experimental a un animal canceroso, el resultado puede ser que el cáncer desaparezca. Puede probarse esto con varios animales del mismo tipo, que sufran el mismo tumor maligno. Si se trata a unos con el nuevo método y no se trata al resto, entonces pueden compararse los resultados. Esto no puede hacerse en el campo de la acción humana. No existen experimentos de laboratorio con la acción humana.
El llamado «experimento soviético» simplemente muestra que el nivel de vida es incomparablemente más bajo en la Rusia Soviética que en el país que es considerado, por todo el mundo, como la muestra del capitalismo: los EE.UU.
Si se le dice esto a un socialista, él dirá: «Las cosas son maravillosas en Rusia.» Supongamos que se le contesta: «Quizá sean maravillosas, pero el nivel de vida es mucho más bajo.» El responderá a su vez: «Sí, pero recuerde lo terrible que era para los rusos vivir bajo los zares y la terrible guerra que tuvimos que soportar.»
No deseo entrar en una discusión sobre si esta es o no es una explicación correcta, pero si se niega que las condiciones sean las mismas, se niega que fuera un experimento. Lo que se le debe decir (y quizá sea mucho más correcto) es: «El socialismo en Rusia no provocó un mejoramiento en las condiciones del hombre promedio, que pueda ser comparado con el mejoramiento de las condiciones, durante el mismo periodo, en los Estados Unidos.»
En los EE.UU. se oye hablar sobre algo nuevo, sobre alguna mejora, casi cada semana. Estas son mejoras generadas por los negocios, porque miles y miles de empresarios intentan día y noche encontrar algún producto nuevo que satisfaga al consumidor, mejor o más barato de producir que los productos existentes. No hacen esto por altruismo. Lo hacen porque quieren ganar dinero. El efecto es que se tiene una mejora del nivel de vida en los EE.UU., que es casi milagrosa, cuando se compara con las condiciones que existían cincuenta o cien años atrás. Pero en la Rusia Soviética, donde no se tiene ese sistema, no existe una mejora comparable. Así que los que nos dicen que debemos adoptar el sistema soviético están muy equivocados.
Hay algo más que debe mencionarse. El consumidor americano, el individuo, es tanto un comprador como un patrón. Cuando se sale de una tienda en los EE.UU., se puede encontrar un carte! que dice: «Gracias por su visita. Por favor, vuelva.» Pero cuando se entra en una tienda en un país totalitario —sea en la Rusia de hoyo en la Alemania bajo e! régimen de Hitler— el tendero dice: «Debe agradecer al gran líder por darle esto.»
En los países socialistas no es el vendedor quien debe mostrarse agradecido, sino el comprador. El ciudadano no es el patrón; el patrón es el Comité Central, la Oficina Central. Estos comités o líderes o dictadores socialistas son supremos, y la gente simplemente tiene que obedecerles.
Ya entendido el argumento teórico, veamos lo que nos dice la Historia al respecto. La socialización de la agricultura había ya acabado con la vida de millones de personas por hambrunas en la naciente URSS, cuando Lenin decide aplicar la llamada Nueva Política Económica (NEP). Lenin, un marxista de formación, introduce entonces y por emergencia los primeros elementos de capitalismo cabal en Rusia. Reprivatiza alrededor del 4% de granjas colectivizadas, elimina ciertos controles, y establece el patrón oro (moneda dura) con respaldo para el rublo. Estos incipientes elementos de capitalismo fueron responsables por la supervivencia material del pueblo ruso. Ese pequeño porcentaje de kulaks que recuperaron su propiedad, generaron el 28% de la producción agrícola de la URSS durante los siguientes 70 años. Tan concientes estaban los soviéticos de que los precios eran el sistema de señales de una economía (cosa que nuestros economistas neokeynesianos locales, por el contrario, ignoran o pretenden obviar) que mantenían suscripciones regulares a catálogos industriales y de tiendas departamentales de los EEUU y Europa, para tener algún tipo de referencia. Alrededor de 18.000 economistas participaban de la tarea centralizada en el Kremlin por fijar precios sin mercado, un esfuerzo vano por definición. Así pues, en la URSS los precios oficiales consistían en la aplicación de múltiples fórmulas que tomaban como base los precios de mercado de los malvados países capitalistas. Sin tener los precios de los países capitalistas como referencia, el experimento soviético no hubiese durado más de unos meses. Cada año más fábricas quedaban paradas por falta de partes pequeñas que no podían solicitarse dinámicamente mediante compras libres. La economía soviética, en palabras de un economista ruso contemporáneo, era un "ferrocarril tosco y feo, detenido por falta de tornillos". Lo mismo le sucede a Cuba. Sólo un 13% de los ingenios azucareros que la Revolución confiscó a sus propietarios sigue en condiciones funcionales, el resto son chatarra gracias a la falta de piezas de repuesto. Ni la URSS ni Cuba pudieron ni podrían sostenerse sin socios más cercanos al concepto capitalista, ya sea por imitación permanente de industrias, métodos y especializaciones profesionales, o bien por comercio estatal, en lo que se conoce como "capitalismo de estado". Los ciudadanos de los modelos totalitarios por su parte complementaron siempre sus necesidades en el mercado negro.
(Este mensaje fue modificado por última vez en: 17-04-2012 23:03 por Ezql.)
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