RE: Querido Diario
El día anterior al integrador de lengua Julia había estado estudiando toda la tarde y a la nochecita decidió conectarse. Ahí estaba él. Parecía increíble cómo se iluminaban los ojos de esa joven cada vez que lo veía, cómo se aceleraba su corazón de pensar que ahí estaba.
Te debo una noche de luna le dijo Miguel.
Lo se, hoy está despejado, le contestó Julia.
Así fue como arreglaron para verse en un parque para ir en la moto de él hasta otro que queda por la ruta, donde no hay luz que moleste para ver las estrellas.
A las 23:30hs ahí estaba Julia, como SIEMPRE Miguel.... hora de retraso. Nunca pidió disculpas por llegar tarde, era algo común en él. Decidieron no ir al parque como tenían planeado porque era un poco peligroso en moto, había que cruzar la ruta y hacer un par de kilómetros, pero no sabían entonces a dónde ir.
La familia de Julia había comprado hacía poco una quinta, ella no tenía llave ni nada, no había luz siquiera, pero decidieron ir igual.
Llegaron, Miguel saltó el portón con una habilidad que a Julia la dejó anonadada, ella en cambio pegó la vuelta y entró por la tranquera.
El parque estaba hermoso, los árboles, el olor a azahares, la luna brillaba intensamente e iluminaba todo el lugar, pero empezaba a refrescar. Por suerte ella tenía en su mochila su pijama, puesto que le había dicho a su mamá que iba a dormir a lo de una amiga para seguir estudiando. Se lo puso sobre la ropa y logró mantener mejor el calor.
Jugaron a las cartas a la luz de la luna, hasta que decidieron tirarse a mirar las estrellas, su hobbie desde que se conocían. Y ahí estaban, después de 5 años hablando por msn, 2 años que se conocían, ningún vínculo que los uniera más que la computadora o el celular, hasta que la besó. El primer beso de ella y el primer beso de esa parejita que nunca había llegado a serlo pero que había pasado por tantas cosas... tantas plantadas, la muerte de la abuela de ella, los cumpleaños, las navidades, las noches mirando las estrellas, las tardes paseando por las plazas... y recién ese día... su primer beso.
Fue un beso dulce, más aún porque la había estado mirando intensamente media hora, tocando su boca, contorneandola con la yema de sus dedos, acercándose a ella hasta que sólo se vieran los ojos... Un beso perfecto, hasta que la ahogó. Julia no entendía si había sido a propósito o no, pero entre su boca y nariz había logrado no dejarla respirar por un instante.
Más tarde bailaron, a la luz de la luna, abrazados.
Vieron el amanecer y escucharon los pájaros cantar desde el alba.
Era hora de volver, hora de terminar con ese sueño.
Saltaron la tranquera, subieron a la moto y se marcharon. La dejó en la plaza principal, a pocas cuadras de su casa. No se besaron, ni siquiera un beso en la mejilla. Simplemente dijeron: nos vemos y no miraron atrás.
Y acá termina la historia, nunca más se volvieron a ver, ella aún guarda en su memoria aquellos días, alegres y tristes, esos momentos de euforia, esa noche que entendió en cuanto llegó a su casa y tomó "Rayuela" el libro de Cortázar. Sabía qué había sucedido aquella noche, capítulo 7.
Releyó ese libro con ternura, reviviendo muchas salidas con Miguel. Él sabía que ella lo había leído, y ella notaba que había vivido muchos capítulos de esa historia. Esa historia que tuvo un final perfecto, porque con el tiempo más se embellece, porque él había sido su primer amor.
Toco tu boca, con un dedo todo el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos, donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
Rayuela, Cap. 7
*-.Ellos aceptan los vaivenes de la naturaleza, la historia y la vida, como cíclicos juegos de un destino inexorable.-*
(Este mensaje fue modificado por última vez en: 27-11-2011 22:14 por Julita.)
|